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Katsudo SHAshin.
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El anime que se niega a morir. (Parte 1)
Alvaro Graterol. Desde que el hombre puso pie en el planeta ha buscado diversas maneras de comunicarse con su entorno y quienes lo rodean, desarrollando gestos, vocalizaciones, y principios que le ayudaron a tener más comprensión de los unos y los otros. De estas interacciones han surgido una gama compleja de “lenguajes” como son en la actualidad los del género audiovisual. Estos han motivado una serie de descubrimientos que han requerido la especialización de diversas técnicas para su comprensión y desarrollo. En la actualidad, la jungla del entretenimiento muchas veces parece contemplar poco espacio para la imaginación. Con ya prácticamente todo hecho y reinventado, el esfuerzo por traer nuevas ideas a la luz parece ser una utopía irresoluble. Secuela tras secuela, clásicos como Mad Max, Blade Runner, Total Recall, por hablar de algunos casos de la ciencia ficción, dejan en evidencia el poco esfuerzo por dejar morir a épicos monumentos que merecen ser recordados. Incluso en el mundo de los videojuegos, los “Downloadable Content” o mejor conocidos como “DLC”, también hacen pensar que la industria de los “microconsumos” buscan perpetuar la vida eterna de un producto para generar ganancias casi eternas en detrimento de la capacidad de contar nuevas historias. El conocido “anime”, creación animada desarrollada en terrenos del sol naciente, es otro que poco puede hacer para evadir la vorágine de lo comercial, por lo que los refritos dentro de sus fronteras también están a la orden del día. Como producto de consumo mundial, a diferencia de lo que se pueda pensar, el anime no solo es consumido por jóvenes y niños. Este también es un producto de gran demanda en el público adulto, donde las publicaciones de todo tipo llegan manos de todo tipo de usuarios y en todo tipo de géneros. Pero el anime no surge mágicamente en el imaginario japonés, o en nuestro caso, el latinoamericano. El anime fue fruto de múltiples avances en la industria cultural del audiovisual que no se limitan a únicamente producciones como “Dragon Ball” o “Caballeros del Zodiaco”. Todo lo contrario, es una amplia gama matices que surgieron del papel, del llamado: “manga”. Antes de entrar en materia, mas específicamente en los clásicos, vamos a hacer un pequeño repaso sobre cómo se desarrolló el anime en la tierra de Eichiro Oda, Akira Toriyaka, Osamu Tesuka o Takehiko Inoue. --------------------------------------------------------------------------------------------------------------- El archipiélago de Nipponia no fue siempre el país de grandes rascacielos, Godzilla y el pequeño sayayin de la nube voladora que todos conocemos hoy en día. Antes del auge de la industrialización, Japón era un pueblo de tradiciones y religión, el cual incluso estuvo mucho tiempo cerrado de la influencia occidental. Fue un país en el cual el espíritu del emperador era común denominador de su cultura. Sin embargo, la llegada de occidente a sus fronteras ocurrió finalmente, y el producto de su civilización llamaba la atención a las pupilas de los tradicionalmente cerrados japoneses. El invento de los hermanos Lumiere no sería la excepción, y para el año de 1910 la “escritura de la luz” se plasmaría en el lienzo de las pequeñas y escasas salas de cine Japonés. Francia y Estados Unidos mostrarían el camino a Japón del dibujo a lo animado. Aunque la animación en Occidente también estaba en pañales, con ánimo de desarrollar su propio material, se fomentaron diversas iniciativas en el área de la ahora conocida animación. Mas la dificultad de conseguir celuloide para la época, así como el alto coste de los materiales hacía imposible la tarea para muchos. Para ese entonces se plasmaba el dibujo en cartulina, se recortaba y se fotografiaba cuadro por cuadro para su posterior proyección. Esta tecnica para sus realizadores, en su mayoría pintores y dibujantes de manga, era un proceso muy engorroso: literalmente era amor al arte. Tampoco se manejaban técnicas especializadas en el tema, por lo cual a pesar de los ánimos, se perdía mucha calidad en el resultado. Pero a pesar de las crisis ocurridas luego del terremoto del año 1923 y un posterior proceso de crisis mundial, el ánimo no disminuyo y se crearon varias películas cortas sin sonido de las cuales podemos destacar la documentada “ Katsudō Shashin” y la perdida en el tiempo y espacio “Saru Kani Gassen”. La lucha solo iniciaba para los noveles animadores japoneses, y tras muchos esfuerzos, no sería hasta el año 1933 que el para muchos desconocido Kenzo Mazaoka trajera a la luz la primera película hecha en celuloide y con sonido añadido. Sería el principio de la era del audiovisual japonés de animación con la película “El mundo en poder de las mujeres”. (Chikara to onna no yo no naka) Esta película le otorgaría el galardón a Mazaoka como el “padre de la cinematografía japonesa”, lo que fundamentaría la nueva posición que tendría el anime japonés dentro de sus propias fronteras. Se conocen también sus clásicos “Mori no yosei” y “Chagama ondo”, iconos de la cinematografía animada de la época. El tiempo pasaba y el anime cobraba fuerza como material cultural con su propia identidad. Al notarse la capacidad de los adelantos técnicos que la cinematografía de animación suponía, cobraría vida dentro de la plataforma política de periodo de la segunda guerra mundial el filme animado “Las águilas marinas de Momotaro” (Momotarō - Umi no Shinpei) que tenía como protagonista al “niño melocotón”, personaje famoso dentro del género infantil japonés. Este filme a pesar de estar dirigido a este público y la intencionalidad que tenía, se convirtió en uno de los iconos más importantes del cine japonés. También tenía como característica no solo que usaba sonido, sino también voces, lo cual supuso una gran innovación para la maquinaria cinematográfica nipona. El filme tuvo como año de producción 1942, sin embargo su estreno no fue sino hasta el 25 de marzo de 1943. Pero la derrota contra el imperio norteamericano seria devastadora para el colectivo que enaltecía la figura del emperador. Jóvenes y adultos que en espera de la victoria del “soberano celestial” sobre el componente bélico estadounidense se vio diluido entre la devastación que dejo “big boy” y “Fat Man” sobre Hiroshima y Nagasaki. La influencia del capitalismo norteamericano plasmaría su influencia sobre el archipiélago Japonés. La llegada del componente cultural norteamericano marcaria claramente la industria del entretenimiento en el país y el cine ya no sería la única potencia en el área del audiovisual. Ya que para el año 1953, la “caja chica” entraría por las puertas del antiguo Edo. Japón como primera sociedad de consumo del continente asiático seria para el año 1963 una sociedad en la que casi la totalidad de su población tenía televisores. La capacidad del espectro radioeléctrico, ayudaría a la difusión de los distintos contenidos animados, el cual pudo masificarse aún más. Las primeras producciones que fueron expuestas en los medios televisivos eran básicamente las creadas en Norteamérica. Pero para el año 1963, el genio del anime Osamu Tezuka estrenaría la primera serie de anime en ser emitida por medios televisivos: Astroboy. A pesar de los aires de paz, se notaría la clara influencia hacia el desarrollo armamentístico, y sería el primer anime que daría pie a la era de la cibernética y la robótica. Casi simultáneamente a la emisión del niño volador se dio la aparición el primer anime de robots gigantes, como es el caso de “Tetsuyin 28” o mejor conocido en Latinoamérica con el nombre de SUPER ROBOT 28. Este anime que tuvo aceptación aceptable dentro del público japonés, llamo la atención ya que el personaje solo utilizaba ataques de cuerpo a cuerpo, por lo cual no llegaría a ser tan revolucionario como el desencadenante del auge del anime robótico, y no es otro que: Mazinger Z. Con su emisión el 3 de diciembre de 1972, “Majingā Zetto” llenaría de fama al mangaka Go Nagai, y terminaría de implantar en la consciencia del colectivo japonés el gusto por la animación de robots, o mejor llamados: “Mechas”. La energía fotonica y la “Aleación Z” generada con el metal “japonium” darían vida a la bestia de acero que lucharía contra las malvadas fuerzas del Dr. Hell. Asi surgiría el héroe de puños de metal que influenciaría la producción de grandes clásicos de mechas bélicos como Voltron, Robotech, Gundam, Transformer o lo semiorganicos caminantes de “Evangelion”. La historia de Mazinger Z no sería más que el comienzo del anime para la comercialización de las masas por el espectro radioeléctrico pero ahora a nivel mundial. Clásicos conocidos como Súper Agente Cobra, Marco, Heidi, Candy Candy, entre otros, desarrollarían temáticas dramáticas y adultas en el cual el género del realismo ya se estaba contemplando com parte clave del repertorio animado. Surgirían nuevos tiempos en la manera de ver el anime como industria dentro de Japón. (Continuara…) |